Fertilización agrícola
El suelo es un ser vivo. Su óptimo estado es primordial para obtener hortalizas que nos aporten los nutrientes necesarios que faciliten mantener la salud y prevenir enfermedades. El uso masivo de fertilizantes y pesticidas químicos empobrecen el suelo en gran manera, causando una asfixia radicular a las plantas e impidiendo que las hortalizas y los árboles asimilen y aprovechen los nutrientes naturales del sustrato terrestre. En jardinería de ciudades como Barcelona estos problemas no serán tan comunes si realizamos unas correctas tareas de mantenimiento, si los tendremos en cultivos agrícolas o grandes extensiones verdes.

Un suelo fértil es el que contiene una reserva de elementos nutritivos para la planta disponibles en la rizosfera y una población microbiana que libere nutrientes que faciliten un óptimo desarrollo y crecimiento vegetal.

¿Qué son los microorganismos?

Los microorganismos son los seres vivos más pequeños que existen en la naturaleza y solo pueden apreciarse a través de un microscopio. Entre ellos se encuentran bacterias, microalgas, cianobacterias, levaduras, virus, protozoos y hongos filamentosos. Su estructura biológica es elemental, son unicelulares. Los microorganismos forman parte de todos los sistemas de vida en la tierra. Se describen unas 11.000 especies de bacterias y más de 100.000 de levaduras y hongos.

Existen microorganismos benignos y patógenos. Los encontramos en la naturaleza en suelos vírgenes, como un bosque, tanto dañinos como eficientes. A través de un laboratorio se diferencian unos de otros con objeto de utilizarlos en la práctica. Si bien los patógenos podrían causar enfermedades para los seres vivos, los benignos son sumamente benéficos para todos ellos.

Hoy en día, además de utilizarlo en el preparado de alimentos utilizamos microorganismos probióticos en la elaboración de alcoholes industriales, vitaminas, aminoácidos, enzimas, antibióticos, biopolímeros, insulina, interferon, proteínas terapéuticas y factores de crecimiento humano entre otras aplicaciones.

Microorganismos probióticos en la fertilización agrícola

De la misma forma que los microorganismos probióticos mejoran nuestro organismo, influyen en el metabolismo de las plantas a las que se aplican, influyendo en el aumento de la producción que se logra con ellos. Son de gran utilidad para desarrollar sanos y vigorosos cultivos por la fertilización que de ellos deviene en el suelo. Los suelos que carecen de estos están desequilibrados y son sumamente pobres, necesitando un continuo y desmesurado aporte de fertilizantes sintetizados.

Los microorganismos eficientes constituyen la parte viva del suelo y naturaleza. Promueven sustancias de protección que transforman el sustrato (vitaminas, alcoholes, coenzimas, azúcares… ) actuando en simbiosis para que otros organismos de su ecosistema puedan vivir de forma efectiva.

Las bacterias y hongos habitan en el interior de las plantas de todas partes, como en la provincia de Barcelona. Es tradicional usar legumbres como dipositoras de bacterias benéficas por su capacidad de fijar el nitrógeno en el sustrato en el que habitan, siendo posteriormente asimilado por futuras plantas que vivan donde han crecido leguminosas.

Es relativamente reciente la importancia de los microorganismos probióticos no modificados genéticamente en la agricultura, dado el inicial escepticismo de su eficacia en ello, pero debido al número cada vez mayor de productores que los están utilizando se constatan resultados muy positivos de su aplicación como alternativa a otro tipo de fertilizantes, tanto naturales como químicos.

Los microorganismos no son fertilizantes en sí pero sí que son necesarios para facilitar una fertilización adecuada del suelo y los vegetales, aportando numerosos beneficios directos y complementarios, poniendo los nutrientes a disposición de la planta.

Sus beneficios más considerables son los siguientes: intervención en el ciclo biológico de muchos nutrientes, solubilización de fosfatos y diversos elementos de la fracción mineral del suelo, fijación del nitrógeno admosférico y producción de compuestos quelatantes del hierro, transformación del fósforo en el suelo, descomposición de restos orgánicos, aportación de humedad a la materia orgánica impidiendo la sequía, excreción de nutrientes y bioestimulantes, aumento de la eficacia fotosintética mejorando el contenido de clorofila, reducción de la contaminación ambiental y degradación de contaminantes químicos.

Para la fertilización agrícola se ha usado, entre otros, microorganismos como pseudomonas, bacillus, lactobacillus, azotobacter, rhizobium, azospirillum; los hongos trichoderma y glomus, las levaduras cándida y saccharomyces, con la peculiaridad de que diferentes cepas de una misma especie tienen usos y aplicaciones diversos, aumentando así su potencialidad.

En la Universidad de Washington se aislaron endófitos de álamos y sauces. Son árboles que prosperan a pesar del entorno rocoso y hostil. Posteriormente se aplicaron dichos endófitos a plantas del arroz consiguiendo plantas más grandes y altas con sistemas de raíces más completos, incluso en las condiciones más limitantes de los invernaderos. Así como el arroz muchos otros vegetales agrícolas pueden beneficiarse de dicha práctica.

Los microorganismos probióticos en agricultura pueden encontrarse en distintas formas de aplicación: suspensión concentrada, polvo mojable o soluble, concentrado soluble y microcápsulas.

En la normativa sobre agricultura ecológica (Reglamento CE 834/2007 del Consejo sobre producción ecológica, consideración preliminar 12) se apuesta por un manejo sostenible del suelo, dando suma prioridad a la fertilidad, cuidado y conservación del suelo, antes que directamente fertilizar la planta en sí, para que sea menos propensa a plagas y enfermedades, consiguiendo un producto final sano que ayude al bienestar humano. También se enfatiza en la importancia a evitar al máximo la erosión del suelo.

Los microorganismos se aplican directamente a las raíces de las plantas, por lo que afectan a su sistema radicular. Las hacen más fibrosas, estimulando más abundancia y robustez de sus pelillos absorbentes a través de los cuales se reciben mejor los nutrientes de la tierra. Esto incrementa la salud y rendimiento de la planta y contribuye a la disminución del precio del producto final, deviniendo en una mejor economía de la finca a la vez que promueve el cuidado del medio ambiente.

La investigación y puesta en práctica a nivel internacional del uso de microorganismos probióticos en la agricultura ha aumentado en los últimos años, pudiéndose comprobar el gran beneficio que produce en este campo. Su uso se ha extendido a las multinacionales de este sector quienes cada vez más apuestan por esta importante práctica al poder constatar su utilidad, beneficios y aplicaciones a fin de obtener cultivos de mayor calidad.

Los microorganismos probióticos se usan actualmente en 120 paises. La normativa acerca del uso de probióticos en la agricultura está regulada en varios países europeos (Francia, Italia, Alemania y Portugal). En España hay cierto vacío legal en cuanto a su uso dada la anulación de la Orden APA 1470/2007 y aprobación del RD 951/2014 que únicamente ha dejado algunos de los productos basados en microorganismos aptos para la comercialización. Este año 2017 una nueva normativa ha modificado el RD 506/2013 en cuanto fertilizantes y los contempla en vaga forma como podemos ver en el RD 535/2017. La normativa comunitaria europea actual tampoco los contempla, si bien se espera la autorización de algunas bacterias de los géneros azotobacter, rhizobium y asospirillum y hongos micorrícicos el 1 de enero de 2018 y su paulatina ampliación a medida que se aporte la documentación necesaria, levantando paulatinamente mas barreras legales al desarrollo de la biotecnología.

Conclusiones

La producción ecológica se basa en el mantener y fomentar la vida y fertilidad natural del suelo, su estabilidad y biodiversidad, evitando la compactación y erosión de suelo y la correcta nutrición de los vegetales con nutrientes procedentes principalmente del ecosistema edáfico.

Los microorganismos probióticos no modificados genéticamente son sumamente importantes en agricultura orgánica y son óptimos para la salud humana. Las normativas comunitarias los reconocen cada vez más; evitan los fertilizantes y abonos químicos dañinos para los ecosistemas del entorno, aportan sumos beneficios en el medio ambiente por su mínimo impacto e impulsan la agricultura sostenible.

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